
Es una tendencia a la que, según la corriente de opinión mayoritaria dentro del sector de los profesionales informáticos, caminan todos los sistemas operativos: incluir una solución de virtualización en el propio núcleo del sistema, sin tener que dejar esta funcionalidad a software externo como VMware o Virtual PC. Se llegó a especular con que Apple introduciría soporte para ejecutar otros sistemas operativos virtualizados desde una instancia de su nuevo Mac OS X 10.5, hecho que al final parece desmentirse, pero que indica hasta que punto las tecnologías de virtualización están calando en el sector.
El kernel 2.6.20 incluye KVM (Kernel Virtual Machine), una completa solución de virtualización para procesadores de 32 bits que proporciona a los sistemas virtualizados un completo espacio de usuario con su tarjeta de red, placa gráfica, memoria,… Para ello, simplemente necesita una CPU que incluya soporte para tecnologías de virtualización, algo que tanto Intel como AMD han incluido en sus microchips desde hace un tiempo.
Como sistema operativo host (el que proporciona a KVM todo lo necesario para ejecutarse) contamos por el momento solamente con Linux, mientras que como sistemas guest (los que pueden ejecutarse virtualizados) acepta Linux y Windows.
Para ejecutar las máquinas virtuales, KVM utiliza una versión modificada de QEMU a modo de front-end. QEMU consiste en un software de máquina virtual similar a VMware y disponible para varias plataformas hardware/software: Windows, Linux, Mac OS X, FreeBSD y Solaris.
Si queremos disfrutar de las bondades de KVM, podemos descargar cualquier distribución que incluya las versiones 2.6.19 o 2.6.20 del kernel del sistema, como por ejemplo Sabayon Linux, una de las primeras en incluirlo.
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